Vida

A LA PALABRA, A LA VIDA.
Cuando no basta la palabra, nos queda una caricia, una mirada.
Cuando el silencio es sagrado, la belleza de lo que nos rodea se expresa sola, no nos necesita, y lo único que nos pide es que seamos uno con ella.
Cuando las palabras no nos bastan para decir lo hermoso de unos ojos, que hacer sino ahogarnos en ellos.
Si el dolor abate nuestro corazón, ¿qué mejor desahogo que un abrazo?
Y cuando de silencios están llenas nuestras vidas, ¿qué mejor que una palabra amiga?
Pero hay silencios hermosos, esos que salen de lo más profundo de nosotros mismos, de la aceptación de lo que somos y de la unidad con la vida y la belleza que encierra.
Y es hermosa también la palabra que los canta, la palabra que nos anima y da vida, la que nos consuela y llena de alegría, la que nos acaricia y nos envuelve y nos mima.
Y yo sin ella no soy como no soy sin mis silencios.