Que no daría yo por ese deleite de la piel, de los sentidos, por encontrar y sentir, por compartir, por inventar a cada instante ese fuego inacabable con olor a jazmín, entre silencios, entre besos, deteniéndome en la comisura de tus labios en cada tierno rincón que te define, en la poesía de tu cuerpo, en la armonía de ese gozar tuyo, en el rítmico vaivén de tus querencias.
Me desnudan tus ojos cada mañana, cada instante en que una caricia vuela en el espacio de tus sueños. Me desnuda tu sonrisa, que ilumina el día asombrando de belleza, de simplicidad, todo cuanto soy y quiero ser.
Cada gesto o movimiento, la palabra, el silencio, tu cabello, tus caderas, esa curva, ¡toda tu!, me desnuda de mi mismo, me limpia y me despoja de aquello que fui esperando un beso, una caricia, tu piel que siempre fue la mía.
Quizás sea aquí donde soy quien soy, donde me permito ser yo mismo, sin prejuicios, sin ataduras ni complejos, donde he comenzado a vivir la vida que quiero vivir, la que ahora me permito llevar a la realidad, esa de todos los días, donde un poema no es algo cotidiano. No escribo para vivir, ni vivo para escribir. Vivo tal como escribo y escribo tal como vivo, cada verso, cada palabra, es el aire que respiro, y ese aire es siempre verso, cada palabra, ilusión, poesía cada sueño, cada mirada, cada frase, pasión.
De luz, pasión y viento me haces, mientras de noches y días lleno está el tiempo eterno en que te pienso, ajeno a su medida, congelado en cada instante. Tiempo sentimiento, tiempo pasión.
Y vuelo de nuevo, y sueño... libre, gritando mudo palabras al viento que me alienta, tu nombre verdadero, el sabor de tus besos, el color de tu cabello mezclado con el mío, el olor de tierra mojada que te envuelve, esa en la que crezco, y grito sordo, una vez mas, mientras me elevo, sin mi cuerpo, sin el tuyo, sin día, sin tiempo.
Y saldré de entre la sombra buscando esas manos tuyas, y reposando en tu pecho mi cabeza abriré tus labios con los míos insuflando en ellos el nombre de vida que alimente tus sueños.
He visto un pensamiento abrazándome, una montaña de ternura creciendo sobre mi piel desnuda, mares inmensos de pasados desolados rompiendo a mis pies agarrados, enraizados, en esta tierra que somos todos nosotros perdida en el universo de una mirada.